sábado, 7 de febrero de 2009

No podía evitar disminuir el paso, la situación lo obligaba a mostrar en nerviosismo que pasaba por su piel.. Con las manos frías en los bolsillos, trataba de buscar en numero de la casa entre la oscuridad de la noche.
Se detuvo en la esquina con total seguridad de la dirección, esperó a que una”tierna” pareja desapareciera por la calle de enfrente sin quitarle la penetrante y hasta tenebrosa mirada de encima. Cuando por fin giraron por aquella avenida, decidió moverse mas rápidamente, el tiempo pasaba, y al parecer el movimiento de la gente no era tan escaso como él esperaba. Fijó la mirada en la dirección que había anotado en una pequeña hoja blanca en la que a penas se notaba la dirección por la humedad y los dobleces. Lo abrió nuevamente, como en cada parada, comprobó una y otra vez el número, levantó la mirada, y procedió a entrar.
Como la puerta al parecer ya estaba cerrada, lo que era de esperar por la hora, sin pensarlo de nuevo, depositó su pié en un ladrillo que sobresalía, e impulsándose con fuerza, calló de lleno al recinto.
Se movía como nunca lo había echo, con una mirada que nunca antes había mantenido. Su mirada siempre lo delató, y esta, no era la excepción, la venganza y el despecho se resbalaba por sus mejillas envolviendo su cuerpo y moviendo sus manos sin poder evitarlo.
Estaba la casa sin luces prendidas, dolo se veía un leve resplandor del computador o la televisión de la pieza de arriba, así es que decidido a todo, deslizó su mano sin miedo por el inusual abrigo que traía, tomó una brillante arma que quien sabe de donde la consiguió, frunció el entrecejo y entre un par de lagrimas de recuerdos se movió como un verdadero delincuente por una ventana para entrar de una ves por todas a la casa, subió las escaleras sin hacer ruido alguno, caminó por el pasillo sin siquiera esconderse. Ya sabía donde dirigirse, ya sabia que puerta abrir y donde apuntar. Así es que así lo hizo, se detuvo frente a la puerta que estaba junta, miro por el espacio que había, y lo mira de espaldas, por fin lo miraba, por fin lo tenía en frente, entró como quien entra en su propia casa, se detuvo nuevamente mirándole el cabella mas bien largo iluminado solo por el monitor del computador en donde él estaba…
…Una mente inteligente como la mía, no puede asesinar a alguien de una forma tan cobarde, además, no quería que todo terminara sin siquiera verle la cara. Así es que le hablo, ¿Sabes quien soy verdad?, de un salto se da vuelta sin poder creerlo, no dice nada, solo murmullos, tampoco tiene nada que decir. Así es que lo apunto, lo miro diciéndole todo lo que pasa y lo que pasó dentro de mi, y con el dedo en el gatillo, destruyo el silencio con un disparo que termina con aquel indeseable odio y rencor…

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